La viticultura en Alemania tiene su origen en la época de la ocupación de los Romanos en los primeros siglos D.C. debido a la falta de suministro de vino en estas provincias de la periferia del imperio romano, las guarniciones asentadas en los valles de los grandes ríos como Rin, Mosela, Meno y Danubio, fronteras naturales y protectoras para las colonias, aprovecharon las uvas salvajes que encontraron en sus laderas, para sustituir lo que no podía llegar desde el Mediterráneo.

 

En el valle de Mosela la viticultura llegó a un nivel económicamente tan importante, que en el siglo IV la ciudad “Treveri”, hoy “Trier” durante varias décadas logró ser capital del imperio romano occidental, gracias a su enorme negocio con el vino, vendiéndolo y transportándolo por el Rin hasta las provincias británicas, aún más lejos y sin recursos naturales para hacer vino. Con el hundimiento del imperio romano desapareció también esta primera etapa exitosa de viticultura en el centro de Europa.

 

La constitución de un primer imperio alemán y el interés de los regentes (“Kaiser”) a partir del siglo VIII provocó un primer renacimiento y facilitó también el transporte de vino sobre todo por el Rin. Esta segunda etapa tuvo su punto álgido en los siglos XV y XVI, cuando el centro de Europa gozaba un clima subtropical, que permitió una extensión geográfica de viñedos de una forma nunca vista hasta hoy. 

 

La protagonista en estos siglos era la iglesia católica con su ola de fundaciones de monasterios. En Alemania se destaca sobre todo el “Kloster Eberbach” (monasterio cisterciense, fundado en 1136) en el Rheingau, que mantenía unas 200 sucursales comerciales en toda Europa para vender los vinos de su zona, con cantidades anuales rozando 100.000 hl por año. En esta época (1435)  se hablaba por primera vez de una variedad autóctona con nombre de “Reussling”, que poco a poco logró cada vez más protagonismo.

 

El cambio del clima en siglo XVII junto con las crueles y devastadoras guerras religiosas pusieron un fin abrupto a esta próspera época vinícola. Durante el siglo XVIII  y a pesar del clima poco afortunado, que duró hasta mitad del siglo XIX junto con la evidente recuperación económica ayudó a una lenta recuperación de la viticultura debido principalmente a la aparición de las primeras técnicas modernas de vinificación y a la selección de clones superiores. 

 

Era el momento de la conquista del Riesling, tal como se conoce hoy en día esta variedad en los viñedos en Pfalz, Rheingau y Mosela. En Geisenheim en el Rheingau se fundó en la mitad del siglo XIX la primera universidad de enología. En la segunda mitad del siglo XIX las zonas vinícolas de Rheingau, Mosela y Pfalz (en este orden) gozaron un éxito exorbitante en todo el mundo, orgullo del reforzado nuevo imperio alemán después de la victoriosa guerra con Francia en 1870/71. Hasta la primera guerra mundial los mejores productores alemanes con sus mejores Riesling no podían cubrir la enorme demanda mundial y los precios llegaron a niveles desconocidos para vinos hasta ese momento. 

 

La primera y sobre todo la segunda guerra mundial pusieron otra vez un fin brutal a todos los logros pasados. Alemania fue destrozada económicamente, y la falta de hombres para el trabajo productivo, debido a que en su gran mayoría fallecieron en la guerra o fueron cautivos, provocó un abandono substancial en las zonas vinícolas, principalmente por la exigencia y el trabajo permanente que requieren los viñedos. La gente pasaba hambre y cualquier cosa era más importante que producir vinos buenos y caros, unido también a que ya no tenían mercado en antiguos países importadores.

 

La recuperación rápida en los años 50 fue acompañada por una industrialización de la viticultura alemana, única forma de revivir este sector sin suficiente mano de obra productiva. Se cultivaron clones e híbridos con una maduración más rápida y con el mayor rendimiento posible para rentabilizar las explotaciones, al mismo tiempo que cambiaron las viejas estructuras históricas de parcelas en bancales por viñedos uniformes con acceso fácil para la moderna maquinaria agrícola . La filosofía de una viticultura de calidad desapareció con las pretensiones de las nuevas y grandes empresas vinícolas con mucha influencia entre con la clase políticas decisiva para elaborar nuevas reformas legislativas. La última ley del año 1971 refleja perfectamente esta evolución (ver link clasificación estatal). La  alta calidad de los vinos conocida antes de la guerra,  era ya casi inexistente, y la reputación desgastada durante las últimas décadas por caldos no reconocibles;  como consecuencia la viticultura alemana cayó en el comienzo de los años 80 en su mayor crisis económica del siglo XX, en contraste con la en general muy reforzada economía alemana.

 

Fue entonces cuando las bodegas y viticultores más reputados desde siglo XIX y organizados desde comienzo del siglo XX en la asociación V.D.P. (ver link), intentaron cambiar el rumbo con normas severas y superiores a las exigencias oficiales para los vinos de su socios.  A partir de los años 90, la calidad de los vinos de estos productores alcanzó de nuevo los antiguos niveles conocidos, unido también a un notable cambio de clima que favoreció estas zonas septentrionales.

 

Este proceso está culminando en la actualidad, como consecuencia de la introducción de una primera clasificación nacional por pagos para los socios de esta asociación exclusiva, tomando como ejemplo el sistema implantado en Borgoña, convirtiendo a estos productores en la aristocracia de la viticultura alemana.